jueves, 25 de julio de 2013

Mi bandera




Una vez más avanzo una hoja en mi calendario. 17 de mayo del 2013. Es el día. Llega el tiempo de cosechar frutos, vástagos de nuestro esfuerzo. Que bien que supe esperar y que durante el tiempo de  trabajo nunca olvidé lo importantes que son los ingresos positivos. Esos ingresos que enriquecen nuestra alma, mi alma. Y mientras seguía firme en mis principios, mientras la paciencia se iba consumiendo, nunca dejé de esforzarme por dar lo mejor de mí. Mi trabajo, mis relaciones. Para mi  familia, para los amigos, de esos, de los de verdad, de los que cuentan, los que suman y se suman. Siempre cuidando todo lo mejor que en cada momento puedo, tengo, sé.

Y dónde está mi bandera… ondeando, claro, como iba a ser si no. Durante mi camino la llevo en alto, danzando con la brisa, con el viento. Algunas veces azotada por la tormenta, el huracán. Es mi bandera de humildad. Esa que llevo mientras camino erguida, con la cabeza alta, sin dejarme aplastar por los que me miran desde lo alto, desde arriba… tan alto, tan lejos.

Desde mi lugar, pequeñita, humilde y serena sonrió al mundo y aprendo a ser feliz con lo que soy, con el trabajo bien hecho, con los ingresos positivos que enriquecen mi alma, mi ser.

Y tú, ¿perdiste tu bandera?

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