miércoles, 24 de julio de 2013

Los amantes distantes II


Como cada noche llegó puntual a su trabajo. Faltaban pocos minutos para que su reloj de pulsera marcara las diez. La centralita del hotel le esperaba para pasar la velada pegada el teléfono y a las comunicaciones internas de los clientes que solicitaban algún servicio. El empleado del turno de la tarde le hizo un breve resumen de cómo había ido la jornada. El calor era insoportable, incluso para la fecha en la que se encontraban, un cinco de agosto del tórrido verano del 2012. Santiago se despidió de Isis cuando terminó de relatarle las excentricidades del cliente de la 213, el nerviosismo de la anciana de la 401 y lo activo que había estado el teléfono durante toda la tarde. Los rezagados en reservar sus vacaciones se empeñaban en conseguir la mejor oferta para su estancia en el hotel. A estas alturas…

Isis dejó su bolsa en el armario, sacó su móvil en el que comenzó a seleccionar  la música que le acompañaría aquella noche en el Spotify. Conectó los pequeños altavoces al móvil y comenzó a sonar el ritmo sensual de Ashford & Simpson. Luego cogió el termo decorado con vivos colores y se sirvió su té favorito. El aroma a especias, menta y jengibre inundó la recepción. De pie, frente a la ventana desde la que tenía esas fantásticas vistas del jardín y la piscina, fue paladeando los primeros sorbos del exótico te. Su mirada se perdía en el horizonte lejano. Una línea definida que parecía querer ocultarse bajo las olas, tras la noche que ya estaba por cerrarse sobre el mar. Aquel era su día. Isis sabía que las primeras horas de trabajo de cualquier noche de verano eran agitadas. Ella también sabía que cuando llegaran las seis de la madrugada, todo parecía adormilarse, los clientes, el mar, el mismo hotel. Y cuando esa noche de verano era la del cinco de agosto, todo volvía a ocurrir. Se sentía nerviosa, impaciente, deseosa de que llegara la hora.

Todo transcurría con normalidad. A las doce cesaron las llamadas de los posibles clientes y los que ya estaban alojados en el hotel empezaron a regresar en cuentagotas, de sus cenas. Un tráfico de saludos, números de habitación, llaves, deseos de buenas noches y sonrisas correctas, fluía entre Isis y los clientes.  A la una el cliente de la 213 llamó para pedir que le subieran una botella de Bombay Sapphire y mucho hielo. Isis le pasó la pelota  a sus compañeros encargados del bar.  A partir de las tres, regresaban al nido los más marchosos, sonrientes, escandalosos. Cuando faltaban tan solo cinco minutos para que llegara su hora, quedaban dos llaves en el casillero de las habitaciones. 106 y 469 Isis fantaseaba sobre la que sería la elegida aquel año.

A las seis en punto traspasé, por segunda vez ese día, las puertas del hotel. Había llegado esa misma tarde y Santi, como cada año, me había tomado los datos y asignado habitación. Con mi mejor sonrisa tendí la mano hacia Isis, ella se volvió a mirar las llaves que estaban esperando en los casilleros. Sin dudarlo, cogió la correcta y me la tedió. La 469 era la mejor del hotel, con terraza privada, jacuzzy, sauna y una cama de tamaño especial. Me despedí con un guiño y acentuando mi sonrisa cargada de misterio. Ya en el ascensor  le mandé el primer Whatsap. Le confesé lo bella que la había encontrado y las ganas que tenía de verla. Había pasado un año desde la última vez. Seguíamos manteniendo nuestra cita anual.  Isis leyó el primer mensaje y su corazón comenzó a latir de una forma descontrolada. No me contestó.

Me fui desnudando mientras cruzaba el dormitorio de camino a la ducha. La lluvia helada me despejó. No necesité más de cinco minutos para estar listo. Me senté en la terraza para continuar el juego. No me había llegado respuesta. Era lo que esperaba, eso me excitaba más. Fui mandando, uno tras otro, aquellos mensajes que irían encendiendo a Isis, también a mí. Mis dedos se deslizaban por las teclas al tiempo que ella los recibía recorriendo su cuello, bajando entre sus pechos. Mis palabras entraban por sus ojos mientras mis manos  se aferraban a sus caderas, mi lengua recorría su sexo. Ella me iba respondiendo con agitada calma desde la silenciosa pantalla. Acompañando el viaje de mis manos, mi lengua y mis labios, estaban sus propias manos y dedos que recorrían su cuerpo, cada rincón, cada pliegue, cada línea de aquel mapa que tan bien conocíamos los dos. Mi sexo latía ante sus deseos lanzados desde la punta de sus dedos. Mis manos se movían rítmicamente a las órdenes de sus palabras silenciosas. Imaginarla escondida tras el mostrador, protegida por la calma de las horas y la oscuridad de la noche, gimiendo mientras exploraba su cuerpo dirigida por mí lujuria, entregada a mis órdenes, me volvía loco de deseo. Así fue pasando el tiempo que nos aproximaba a la hora de salida de Isis

El whatsap enmudeció. Miré el reloj, eran las siete. Tres minutos me sobraron para encender las velas que iluminarían nuestro escenario para el encuentro tan deseado. Cuando acabé de encender la última vela, los nudillos de Isis golpearon mi puerta. Presioné el play para hacer sonar la melodía de Lhasa de Sela. La voz, melancólica y excitante a la vez, desgranaba la letra de aquella canción que tanto nos evocaba a los dos. “De cara a la pared” nos llevó por una ciudad en llamas, en la que nos amamos con pasión. Nos condujo, casi sin respirar, por sueños de amor y sexo, bajo la luna de agosto. 

Extasiados quedamos tendidos en la cama de la terraza. Los primeros rayos de sol empezaban a cruzar el cielo. Seguíamos en silencio cuando Isis se levantó y entró en el dormitorio. Yo no sentía fuerzas para seguirla. El sonido de mi teléfono anunció la llegada de un nuevo whats. Era ella. Cinco letras para comunicar lo que nuestros labios no se atrevían a pronunciar, lo que Lhasa nos susurraba con melancolía. “Te amo”. Había llegado el momento de separarnos hasta nuestra próxima cita. Hasta entonces seguiríamos avivando el fuego de nuestra pasión desde el silencio hablando, seduciendo, amando desde la punta de nuestros dedos.

2 comentarios:

  1. Excelente exposición de los ama antes.

    Dudo. Ama-antes, amaantes, amantes.......

    ResponderEliminar
  2. Los amantes son ama-antes, amantes y más.
    Son el TODO, la brisa, el llanto, la luz... la mentira.
    ;)

    ResponderEliminar