Como cada noche llegó
puntual a su trabajo. Faltaban pocos minutos para que su reloj de pulsera
marcara las diez. La centralita del hotel le esperaba para pasar la velada
pegada el teléfono y a las comunicaciones internas de los clientes que
solicitaban algún servicio. El empleado del turno de la tarde le hizo un breve
resumen de cómo había ido la jornada. El calor era insoportable, incluso para
la fecha en la que se encontraban, un cinco de agosto del tórrido verano del
2012. Santiago se despidió de Isis cuando terminó de relatarle las
excentricidades del cliente de la 213, el nerviosismo de la anciana de la 401 y
lo activo que había estado el teléfono durante toda la tarde. Los rezagados en
reservar sus vacaciones se empeñaban en conseguir la mejor oferta para su
estancia en el hotel. A estas alturas…
Isis dejó su bolsa en el
armario, sacó su móvil en el que comenzó a seleccionar la música que le acompañaría aquella noche en
el Spotify. Conectó los pequeños altavoces al móvil y comenzó a sonar el ritmo
sensual de Ashford & Simpson. Luego cogió el termo decorado con vivos
colores y se sirvió su té favorito. El aroma a especias, menta y jengibre
inundó la recepción. De pie, frente a la ventana desde la que tenía esas fantásticas
vistas del jardín y la piscina, fue paladeando los primeros sorbos del exótico
te. Su mirada se perdía en el horizonte lejano. Una línea definida que parecía
querer ocultarse bajo las olas, tras la noche que ya estaba por cerrarse sobre
el mar. Aquel era su día. Isis sabía que las primeras horas de trabajo de
cualquier noche de verano eran agitadas. Ella también sabía que cuando llegaran
las seis de la madrugada, todo parecía adormilarse, los clientes, el mar, el
mismo hotel. Y cuando esa noche de verano era la del cinco de agosto, todo
volvía a ocurrir. Se sentía nerviosa, impaciente, deseosa de que llegara la
hora.
Todo transcurría con
normalidad. A las doce cesaron las llamadas de los posibles clientes y los que
ya estaban alojados en el hotel empezaron a regresar en cuentagotas, de sus
cenas. Un tráfico de saludos, números de habitación, llaves, deseos de buenas
noches y sonrisas correctas, fluía entre Isis y los clientes. A la una el cliente de la 213 llamó para
pedir que le subieran una botella de Bombay Sapphire y mucho hielo. Isis le
pasó la pelota a sus compañeros
encargados del bar. A partir de las tres,
regresaban al nido los más marchosos, sonrientes, escandalosos. Cuando faltaban
tan solo cinco minutos para que llegara su hora, quedaban dos llaves en el
casillero de las habitaciones. 106 y 469 Isis fantaseaba sobre la que sería la
elegida aquel año.
A las seis en punto traspasé,
por segunda vez ese día, las puertas del hotel. Había llegado esa misma tarde y
Santi, como cada año, me había tomado los datos y asignado habitación. Con mi
mejor sonrisa tendí la mano hacia Isis, ella se volvió a mirar las llaves que
estaban esperando en los casilleros. Sin dudarlo, cogió la correcta y me la
tedió. La 469 era la mejor del hotel, con terraza privada, jacuzzy, sauna y una
cama de tamaño especial. Me despedí con un guiño y acentuando mi sonrisa
cargada de misterio. Ya en el ascensor le
mandé el primer Whatsap. Le confesé lo bella que la había encontrado y las
ganas que tenía de verla. Había pasado un año desde la última vez. Seguíamos
manteniendo nuestra cita anual. Isis
leyó el primer mensaje y su corazón comenzó a latir de una forma descontrolada.
No me contestó.
Me fui desnudando mientras
cruzaba el dormitorio de camino a la ducha. La lluvia helada me despejó. No
necesité más de cinco minutos para estar listo. Me senté en la terraza para
continuar el juego. No me había llegado respuesta. Era lo que esperaba, eso me
excitaba más. Fui mandando, uno tras otro, aquellos mensajes que irían encendiendo
a Isis, también a mí. Mis dedos se deslizaban por las teclas al tiempo que ella
los recibía recorriendo su cuello, bajando entre sus pechos. Mis palabras
entraban por sus ojos mientras mis manos
se aferraban a sus caderas, mi lengua recorría su sexo. Ella me iba
respondiendo con agitada calma desde la silenciosa pantalla. Acompañando el
viaje de mis manos, mi lengua y mis labios, estaban sus propias manos y dedos
que recorrían su cuerpo, cada rincón, cada pliegue, cada línea de aquel mapa
que tan bien conocíamos los dos. Mi sexo latía ante sus deseos lanzados desde
la punta de sus dedos. Mis manos se movían rítmicamente a las órdenes de sus
palabras silenciosas. Imaginarla escondida tras el mostrador, protegida por la
calma de las horas y la oscuridad de la noche, gimiendo mientras exploraba su
cuerpo dirigida por mí lujuria, entregada a mis órdenes, me volvía loco de
deseo. Así fue pasando el tiempo que nos aproximaba a la hora de salida de Isis
El whatsap enmudeció. Miré
el reloj, eran las siete. Tres minutos me sobraron para encender las velas que
iluminarían nuestro escenario para el encuentro tan deseado. Cuando acabé de
encender la última vela, los nudillos de Isis golpearon mi puerta. Presioné el
play para hacer sonar la melodía de Lhasa de Sela. La voz, melancólica y
excitante a la vez, desgranaba la letra de aquella canción que tanto nos
evocaba a los dos. “De cara a la pared” nos llevó por una ciudad en llamas, en
la que nos amamos con pasión. Nos condujo, casi sin respirar, por sueños de
amor y sexo, bajo la luna de agosto.
Extasiados quedamos tendidos
en la cama de la terraza. Los primeros rayos de sol empezaban a cruzar el
cielo. Seguíamos en silencio cuando Isis se levantó y entró en el dormitorio.
Yo no sentía fuerzas para seguirla. El sonido de mi teléfono anunció la llegada
de un nuevo whats. Era ella. Cinco letras para comunicar lo que nuestros labios
no se atrevían a pronunciar, lo que Lhasa nos susurraba con melancolía. “Te
amo”. Había llegado el momento de separarnos hasta nuestra próxima cita. Hasta
entonces seguiríamos avivando el fuego de nuestra pasión desde el silencio
hablando, seduciendo, amando desde la punta de nuestros dedos.
Excelente exposición de los ama antes.
ResponderEliminarDudo. Ama-antes, amaantes, amantes.......
Los amantes son ama-antes, amantes y más.
ResponderEliminarSon el TODO, la brisa, el llanto, la luz... la mentira.
;)