domingo, 10 de noviembre de 2013

FIN


Te encontré sentado, con tu alma en el abismo, viendo desde la altura como el río de la vida avanza aplastando los diques que, obstinadamente, construyes. Me afané en construir sin haber deconstruido, sin haber sentado las bases, sin haber llegado a mi esencia pura. Y edifiqué mi alma en la incertidumbre, me invadió la prisa.... Ese dolor oscuro, casi negro, afilado y cortante como el acero; tardaría muy poco en hacerme sucumbir

Me senté junto a ti, con los pies balanceándose ante lo implacable, y así tu mano, pensando en dejar que me arrastrase la corriente vital en tu compañía.

¿Saltar contigo o quedarme para verte volar cruzando los aires? Soy de butacas o de movimientos? ¿Tengo alas o sólo las sueño? Es este un momento interesante.

Ojos que se cierran, recogiendo los jirones de mi orgullo. El viento en el rostro, el cabello alborotado, el cuerpo leve... ¿He saltado? ¿Vuelo? O solo sueño...

Sueño que salto y vuelo.

Cabellos

                                al

                                                  viento,

                                                                                                                                                                    frio

                                                                                                                                                      en

                                                                                                                                         la

                                                                                                                       piel.

 

Mi corazón se estremece al tomar conciencia de la situación... cayendo en el abismo de tus besos estoy, en el vacío de tus silencios me precipito. ¿Voy a despertar o es esto real? Sé que sueño para perderme en tus brazos. Sé que llega el momento de abrir mis ojos a esta realidad.

No me dejes caer. Sujeta mi risa, mi alegría mis ganas de vivir.

Remonto el vuelo con el empuje de tu mirada, elevándome hasta el Sol, que me reconforta ofreciendo calor y bienestar. No es el fuego del Sol el que quema mi alma, sino tus ojos, que invitan a perderme en ellos y dejar de sentir todo cuanto me rodea.

Pero el viento me aleja... el tono de tu voz es apenas un recuerdo, un susurro casi mudo en la distancia...

Tus ojos dulces ya no penetran mi alma. ¡No quieren mirarme! Yo, ya no soy yo. A lo lejos, la veo acercarse. ¡Viene furiosa hacia mí! Yo lo sé y la espero ansiosa. Abro mi alma y la Bestia me invade, intensa, soberbia, implacable.

Tengo la piel en llamas, la mirada encendida. ¡No hay piedad en mi corazón! Me siento inmensamente oscura, destructora... al fin ¡Despertó la guerrera!

 

He tomado la decisión. Ha sido fácil, rápido y ya estoy cayendo, ahora sí, ahora de verdad y sé que tus alas blancas, mullidas y cálidas no vendrán a salvarme. Ahora ya no sueño, ya no vuelo, solo caigo al vacío, me precipito a mi final tan deseado.

Finalizó mi tiempo. Ya no habrá un mañana.