Cansada. Cansada de todo, retomó la escritura:
“Vacío lleno
de recuerdos
trémula calidez
resbalando entre mis dedos.
Perder,
perder,
Qué es
perder…
Dejar de ganar,
de soñar,
de esperar
tus manos en
mi espalda,
tu cuerpo en
el recodo del paraíso…
Palabras-verso
que alzan
que lanzan
al vacío…
Vacío lleno
de silencios
que desgarran
las venas
Silencios que rompen sueños.
Sueños rotos.
Sueños muertos”.
Descansó el bolígrafo en el pliegue del cuaderno.
Posó sus ojos en el desconocido que dormitaba en el asiento de enfrente. Sus
parpados pesaban más que las lágrimas que no paraban de brotar desde el vacío
de sus ojos. Ni tan solo eso podía elegir. La muerte, la esperada salvación. El
temor, la cobardía le había hecho dudar. El miedo, ese que seguía intentando
burlar una y otra vez. El miedo era el dueño de su vida.
Lo último que percibió fue el movimiento del
desconocido compañero de vagón. Tal vez soñaba con mundos mejores, distintos. Utopías
de soñadores de mentes inquietas…
Cenicienta se quedó dormida. Su cuaderno resbaló de
entre sus manos, dejando la desnudez de las letras al alcance de miradas
indiscretas:
“Treinta
minutos
de letras
perdidas
de melodía
lanzada a alma herida.
Demasiados
segundos
de ausencia
aceptada,
de soledad
reclamada
a la vida
que se me escapa,
dejando
el latido suspendido,
expectante
de tus versos.
Esos que me
sueñas
me creas,
rimas, dictas, recitas.
Escribes
gritas,
acunas… murmuras
Callas”
buena poetisa, buena prosista, ¿Cuando te veremos bailar?
ResponderEliminarGracias por tus comentarios.
EliminarExactamente el 28 y 29 de mayo. Si no consigo "desaparecer", para esos días está prevista la presentación de trabajos de fin de curso del taller de Coreo al que asisto en la UJI.