La vi salir. A la velocidad del
sonido, acompañada de una pequeña llamarada. Rápida, fulminante, dejando un
leve rastro de humo.
Se conectó el mecanismo.
Me pude ver de niña, con mamá en la
piscina de verano. El sol sobre mi piel, el frescor del agua que me rodeaba
cuando me lanzaba de cabeza. La soledad. Los bocadillos de Nocilla, los dibujos
animados de Mazinguer Z. Los helados …mnnnn… dulces, fresquitos, deliciosos.
La primera amiga de verdad, el
primer amigo especial. Aquel primer perro, mi compañero. Tantos caminos, tantos
cruces, tantos desvíos en una sola vida. La indecisión tantas veces compañera.
Las decisiones con la dureza del momento. La primera vez, tantas primeras veces.
Los primeros años en soledad. Aquel
coche verde, deportivo, veloz. El primer
viaje en solitario. Girona, Cadaques, Cassà… tantos sueños rotos, tantas
ideas confusas. El llanto en las largas noches, la risa compañera en otras
tantas. Los otros compañeros en un vaivén de entradas y salidas.
Mis referencias: mi madre, mis
Vicentes… todos, Paco, Tomàs (per supost), Lola y algún innombrables. Mi hijo,
la alegría que se queda… su papá.
La vi venir. Con la velocidad del
rayo se estrelló en mi pecho. Con un golpe certero y fulminante ese pequeño
pedazo de metal paró mi corazón. Mi realidad convertida en nada. Ya no hay nada,
solo el frio cajón del depósito, el calor del fuego, la oscuridad de mi urna,
el agua del mar de Ibiza, el aire que me lleva a la tierra de Esvedrà. Nada.
Metal (El quinto elemento) by Pilar Aleixandre
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