Todo ocurrió de una forma
precipitada. Red rasgó sus venas pensando que en ellas residía su fantasía. Su
sangré empezó a teñir de rojo el decorado del salón de casa de Abuelita. En el
mismo instante en el que Abuelita horrorizada tapaba sus ojos con sus manos
cansadas, Lobo saltaba sobre Red para evitar que cortase las venas de su otra
muñeca. Un sordo sonido puso silencio a tanto alboroto.
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