jueves, 29 de agosto de 2013

40



Tuvieron que pasar 40 años, para que llegara a su vida aquel instante. Él la enamoraba con cada palabra, con cada mirada, con cada silencio, cada sonrisa que apenas curvaba el fino horizonte de sus labios. En aquel momento comenzó el aprendizaje en la escuela en la que cada uno fue instruido maestro y aplicado alumno.  Lecciones de atención, talleres de escucha, de comprensión. Master en comunicación, buscando esa palabra que defina exactamente lo que se desea expresar. Sin prisa, sin pausa, amando lentamente, aprovechando cada segundo para que el tiempo no se acabe, no los separe hasta… hasta cuándo tendrían que esperar…
Tuvieron que pasar 40 días para que su sueño se hiciera realidad. Un mundo de sueños al alcance de los dedos. Palabras vertidas directamente desde los labios, dedos que rozan la piel, sin el filtro de la distancia. Miradas que chocan y penetran con fuerza. Confesiones que jamás serán superadas por millones de te quiero.
Tuvieron que pasar 40 años para que él llegara a sentarse a su lado cada mañana, sobre la fría lápida apenas caldeada por el sol. 40 minutos cada mañana dedicados a recordar los 40 últimos años en los que fueron felices.

1 comentario: