Interior frágil como de huesos de cristal. Historias con
piedras que siguen colocándose delante, dentro, debajo del zapato…
Cachissss…
otra vez en el suelo. Y mira que me prometí que no pasaría otra vez por aquí.
Noooo, no era eso, era su propia luz la que hacía que sus
pupilas se contrajeran a la mínima expresión, apenas una punta de alfiler en el
centro de su vestido azul (¿o era verde?).
Caperucita sonrió
temblorosa y volvió a ajustar sus gafas de sol, no sabía que responder, estaba
confusa
-
¿Y tu? -acertó
a preguntar- ¿la encontraste?, ¿estaba tu felicidad en esa piel que habitaba la
mujer de pelo oscuro, la que se abrazó a tus sábanas, la que despertó tendida a
tu lado hecha us susurro cargado de promesas?
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