lunes, 17 de marzo de 2014

Amor en "estos" tiempos

Llegados a este punto, qué puede importar ya. La vida parece empeñada en seguir, mientras mi ritmo vital se mantiene en su línea de ralentizarse o acelerarse, según el segundo exacto en el que me preguntes. Padezco claros síntomas de “arritmia vital”. Subo y bajo como la marea. Me pierdo en las esquinas de cualquier camino lleno de baches que no veo… y mira que he pasado veces por aquí. ¿Será que nunca aprenderé?, ¿será que es mi destino tropezar hasta convertirme en piedra?, ¿será este mi karma? …

Ah, dije que hablaría de amor. Imposible, ya ves que no me sale. Se perdió el amor en aquel recodo en el que la piedra me tumbó. Y luego… luego… ¿Nada?... Mi vida sigue sin mí, porque ya me perdí y no consigo encontrarme.

Vale, hablemos de amor. Llamemos amor a esos detalles que erizan la piel, a esos momentos en los que me pongo "efervescente”, a esos sueños de ojos abiertos. Llamemos amor a esos deseos infantiles de cuentos de hadas, donde los príncipes eran azules y había brujas y princesas y ranas… ¡claro!, las ranas…

Llamemos amor a estas historias inventadas de sueños despiertos, de ojos abiertos al amanecer.

3 comentarios:

  1. El amor en "aquellos" tiempos, era, posiblemente, igual de efervescente.
    Cuando la realidad te da en los dientes, lo llaman crisis.
    Hoy no es ayer.
    Las estrellas nacen.
    Los seres que escriben, también.

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    1. Nacer, morir... Cuál es la diferencia cuando el sentido se pierde, cuándo se pierden los dientes.

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    2. El alma
      a dentelladas,
      al nirvana
      por asalto.
      Es la vida
      a bocajarro
      un manantial inagotable

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