Ah, dije que hablaría de amor.
Imposible, ya ves que no me sale. Se perdió el amor en aquel recodo en el que
la piedra me tumbó. Y luego… luego… ¿Nada?... Mi vida sigue sin mí, porque ya
me perdí y no consigo encontrarme.
Vale, hablemos de amor. Llamemos
amor a esos detalles que erizan la piel, a esos momentos en los que me pongo "efervescente”, a esos sueños de ojos abiertos. Llamemos amor a esos deseos
infantiles de cuentos de hadas, donde los príncipes eran azules y había brujas
y princesas y ranas… ¡claro!, las ranas…
Llamemos amor a estas historias
inventadas de sueños despiertos, de ojos abiertos al amanecer.
El amor en "aquellos" tiempos, era, posiblemente, igual de efervescente.
ResponderEliminarCuando la realidad te da en los dientes, lo llaman crisis.
Hoy no es ayer.
Las estrellas nacen.
Los seres que escriben, también.
Nacer, morir... Cuál es la diferencia cuando el sentido se pierde, cuándo se pierden los dientes.
EliminarEl alma
Eliminara dentelladas,
al nirvana
por asalto.
Es la vida
a bocajarro
un manantial inagotable