Nada que decir, nada de que hablar.
Cuando las miradas son silencios, sobran las palabras. Fue entonces cuando descubrí
que le había amado hasta la cordura.
Ahora es tu silencio el que me
encadena a la distancia que nos separa.
No perturbes mi paz, no lo hagas
sin estar seguro de que tienes mucho que contar, de que tus silencios “nunca”
tendrán aquel peso que la memoria de mis músculos no está dispuesta a olvidar.
No perturbes mi paz sin estar
convencido de que tienes mucho que dar, “todo” para “siempre”.
No perturbes mi paz…
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