jueves, 27 de junio de 2013

Temblor


Todo estaba oscuro. Mis recuerdos bailaban en mi mente, de la mano de mis sueños y deseos cumplidos. Los no cumplidos se estaban acomodando en ese rincón de mi mente que nunca visito. En ese preciso instante en el que la muerte entró danzando para buscarme, cuando me di cuenta de lo que estaba sucediendo, fue entonces cuando mi sonrisa se congeló. Me sentí feliz, en paz, congelada bajo el alud que me había atrapado con los esquís puestos.

CONGELADA

-¡Quieta, quieta!- le ordeno la voz de rostro invisible.

Ella humedeció sus labios y en unas milésimas de segundo escuchó el click.

Fue entonces cuando su sonrisa se congeló en aquella imagen que la recordaría en su lápida.