Llega ese momento en el que cansado
de luchar sientes como el peso del bolígrafo es insoportable, sientes como las
manos duelen, los brazos pesan… la mente pesa. ¿Es momento de parar?, ¿tal vez
dejarse vencer por las contrariedades?, ¿sería mejor tumbarse en el sofá y
contar 1000 veces 1000 antes de volverlo a intentar?
Algunas veces, mientras cojo otra
vez el boli, mientras lo encajo entre mis doloridos dedos, me lamento por ser
tan luchadora… ¿o debería dar gracias por ello?