Relatos desde lo alto de mi colina
jueves, 27 de junio de 2013
CONGELADA
-¡Quieta, quieta!- le ordeno la voz de rostro invisible.
Ella humedeció sus labios y en unas milésimas de segundo escuchó el click.
Fue entonces cuando su sonrisa se congeló en aquella imagen que la recordaría en su lápida.
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